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Channel: Insólita abogacía - delajusticia.com - El rincón jurídico de José Ramón Chaves
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Clases gratis de derecho por magistrados

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IMG_3753Eso es lo que suelo decir cuando me preguntan cómo aprender a ser un buen abogado administrativista. Les digo que hay clases gratis impartidas por magistrados a la hora que deseen. También les digo que tienen que poner letra y música a su labor jurídica.

Pero al decir de Jack el Destripador, vayamos por partes…

1. La letra de leer y estudiar. Está muy bien ser graduado en derecho y superar las pruebas de acceso a la abogacía, pero no basta saber como se mueven las piezas del tablero para jugar torneos o enfrentarse a los veteranos. Cuando se trata de afrontar la batalla procesal, de la responsabilidad de defender un cliente, de luchar por el derecho, es inexcusable leer y estudiar.

El ingenio está bien pero pocos pueden improvisar o acertar con normas o jurisprudencias si no conocen su existencia. Y de poco sirve tener buena memoria de datos normativos o jurisprudenciales si no se manejan con la destreza de un malabarista.

shutterstock_143889826Un buen abogado se hace y para eso hay que llenar la alforja de palabras, leídas en libros y oídas en charlas, sin perder de vista la necesidad de educar el sentido crítico para alimentar su fortaleza ética.

En suma, como afirmó Sosa Wagner en su Lección de despedida por su jubilación allá por Octubre de 2016: “Si en mi mano estuviera sustituiría esas milongas de clases que nos quieren dar los pedagogos y buena parte de los másteres por una asignatura obligatoria que se llamara “curiosidad” como sustituiría los estudios previos al doctorado que hoy se practican por la lectura y debate de ocho o diez obras básicas”. Incluso yo tuve el atrevimiento de indicar las lecturas para ser Cinturón negro de derecho administrativo.

Y nadie diga que son caros los libros ni los cursos, porque hoy día internet y el papel están prácticamente libres y accesibles al gusto, ya que jurista sabe que tiene libros especializados en las bibliotecas públicas, del Colegio de Abogados, del Parlamento o de su compañero, sin olvidar ese gran filón que es internet. No será por falta de fuentes sino mas bien de sed de saber.

thCAJG8V8N2. Cuando el abogado tiene clara la letra jurídica de su alegato o defensa, es hora de ponerle música, de darle orden y realce, dotarlas de un ritmo que consiga llevar al juez de la suave introducción al problema, a la bella melodía de la solución. O sea, los alegatos procesales, principalmente demanda y contestación en lo contencioso-administrativo, deben cuidarse como un libreto y partitura de de ópera, aunque algunos pasan por operetas y los menos suenan a auténtica chirigota.

Y para conseguir componer con acierto y conseguir una armonía de melodía y palabras en el proceso, al igual que hay que educar el oído acudiendo a óperas y conciertos, hay que asistir a vistas judiciales. Ver, oír y callar ante un pleito vivo.

3. Por eso, me maravilla que las salas de vistas de Salas y Juzgados de lo contencioso-administrativo suelen parecer misas por aniversario del fallecimiento de personas con pocos amigos, o sea, que acuden cuatro por compromiso y con ganas de irse. En particular las Salas de Vistas de los Juzgados suelen ofrecer juicios en vivo y directo, con abogados privados y letrados públicos enfrentados, con asistencia de testigos y peritos, brindando la oportunidad de ver a los abogados veteranos batiéndose el cobre e ir catalogando el tipo de juez. En suma, clases prácticas gratuitas y disponibles para forjarse como buen abogado.

Sin embargo, parece que muchos abogados novicios prefieren tirarse a la piscina sin flotador, tropezar con los muebles procesales y aprender por el método de ensayo-error.

Captura de pantalla 2018-03-16 a las 8.51.54De ahí que insista en la grandísima oportunidad de poder asistir a las vistas judiciales de juicios abreviados contencioso-administrativos (multas, responsabilidad médica, tributos, reclamaciones de funcionarios, etc) sin necesidad de registrarse, sin necesidad de pagar, y pudiendo elegir sesión y horario.

Nunca se dio tanto por tan poco. No se trata de convertir en espectáculo una cosa seria. Además quizá la mayoría de los juicios sean aburridos. Pero una cosa está clara: se aprende mucho del talante, expresión, jerga y argumentos. Solo con que se aprenda una triquiñuela procesal y se evite morder el polvo en el futuro en los propios pleitos, habrá merecido la pena.

De lo que estoy seguro es que si se cobrase por asistir a los juicios, acudirían más visitantes. Y no digamos si se expidiese un certificado de asistencia al juicio… habría que celebrarlos en estadios.


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