Un compañero de promoción de la Facultad de Derecho, a quien hacía mucho tiempo que no veía, me enseñó el otro día su despacho en un rincón modesto de un edificio céntrico. La placa del portal, dorada y vistosa; la entrada al despacho suponía atravesar un pasillo estrecho y bajo luz mortecina que desembocaba en una pequeña dependencia donde una estantería vacía tipo Ikea era el telón de fondo de una sencilla mesa de despacho con una agenda, un bote de bolígrafos, un paquete de folios y varias carpetas azules. Al lado un ordenador apagado como Lázaro esperando aquello de “levántate y anda”.
Me explicó con mas resignación que alegría, que corrían malos tiempos para el ejercicio profesional y que sobrevivía de la defensa por turno de oficio, algún caso que le pasaba algún colega y el goteo de consultas de familiares y vecinos que le consultaban poco y pagaban menos.
Le pregunté que hacía en los tiempos muertos en el despacho y me dijo que… ¡leía una novela de John Grisham, pues le gustaban mucho. ¡Me quedé patidifuso! Como hacía varios años que no le veía le pregunté si conocía mi blog. Ni idea. Si conocía los buscadores de jurisprudencia, y me confesó que la consultaba con la clave de un compañero cuando lo necesitaba. Le pregunté por su especialidad y respondió con un “todas”: la del cliente que aterrice en su despacho. Le pregunté si se actualizaba y me dijo que ya había estudiado bastante en la Facultad y ahora consultaba caso a caso. Le hablé del networking y me repuso… ¡que no tenía ni idea!. Algo que debía imaginarme cuando de reojo comprobé que tenía un móvil antediluviano y su Pc era una reliquia.
Le eché una cariñosa regañina. Le recordé lo de “Camarón que se duerme, se lo lleva la corriente” y le dije que había un universo entero de derecho gratuito en la red, y que el mundo jurídico era competitivo y que si no hacían cola los clientes era porque ni ellos le conocían, ni el hacía nada porque le vieran.
Le noté incómodo pues estaba instalado en el desencanto de la profesión e incluso de su vida y con su mirada triste me daba la razón. Nada que ver con el compañero festivo e ilusionado que recordaba de la Facultad.
Me comprometí a dedicarle un post en el que le pondría lo que a mi juicio debería hacer un abogado para ponerse al día y al menos mantenerse en el mercado a flote. No le garantizaba el éxito profesional pero si seguía así, encerrado en el panteón de su despacho, las garantías del fracaso eran seguras.
Así que aquí está lo que considero esencial para ocuparse en los tiempos muertos del despacho o bufete. Diez herramientas, conceptos y prácticas capaces de renovar la vieja piel de abogado clásico por la de abogado al día. Y si no lo consiguen, tengan la seguridad que no perjudican. Pasen y vean.
1. Lo que califiqué de Kit de Supervivencia para abogados: Consejos para ganar litigios, como recobrar la autoestima, intuición jurídica, desencuentros entre abogados y jueces, etc.
2. El Directorio temático de Blogs jurídicos, ordenados por materias. Una manera de especializarse y actualizarse mediante la sencilla consulta diaria de los blogs del área de interés.
3. El Ranking de blogs jurídicos que se actualiza en Diciembre, para conocer los que suelen tener mayor influencia según el contador universal Alexa.
4. Las recomendaciones tecnológicas mas útiles, sencillas y gratuitas para los abogados.
5. No descuidar el Networking ni el Marketing digital.
6. Utilizar los Códigos Electrónicos del BOE: útiles, gratuitos y actualizados.
7. Utilizar los buscadores gratuitos de Doctrina y Jurisprudencia. Están en el lateral derecho del blog www.contencioso.es (apartados 14 – Bibliotecas jurídicas gratuitas- y 15- Jurisprudencia).
8. Estar al día de las noticias jurídicas, legales y jurisprudenciales: El Noticiero de las webs jurídicas mas relevantes.
9. Vídeo breve y elocuente: Cómo ser abogado y sobrevivir al procedimiento
10. Mantener el lenguaje limpio y con esplendor con la lectura obligada del blog de Javier Badía sobre lenguaje administrativo.
¡Espero que sea útil!.
NOTA PARROQUIAL.- Se presenta a los Premios Bitácoras 2015 mi admirado Blog Unidiversidad, del no menos admirado neurocientífico José Ramón Alonso, un divulgador científico espectacular. Os rogaría que os asoméis a su blog y si os cautivase como a mí, lo votéis para el premio de la forma sencilla que aquí se indica.
P.d. Os debo una más, queridos seguidores
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